Características del jardín árabe

Si vivimos en el sur y llevamos la herencia islámica en las venas, o simplemente si nos gusta este estilo desde siempre, no podemos pasar por alto la posibilidad de diseñar un jardín árabe.

El componente simbólico ha sido siempre muy importante en cualquier jardín árabe, en cualquier siglo o región. Especialmente en época medieval primaba en ellos la representación del Paraíso, atendiendo a las descripciones de éste que se podían leer en el Corán. Así que en muchas ocasiones los olores o el diseño tienen mucho que ver con la alegoría ultraterrena. Se disponían lugares apartados de solaz y reunión, en consonancia con esos remansos de paz y descanso que, se decía, debían de existir en los jardines del mismo Paraíso.

Los lugares elevados han sido siempre predilectos por el pueblo árabe para sus jardines. Si nosotros disponemos de esta posibilidad (si tenemos un chalet en una loma, por ejemplo), podemos diseñar el nuestro de manera escalonada, en niveles. Normalmente encontramos tres: un nivel de sombra, con árboles altos cuya función es garantizar ésta; un nivel de plantas con flores exuberantes, tanto en colores como en olores; y el tercer y muy importante nivel del agua.
Corrientes, canalones, norias…

La escasez de agua, y la facilidad con la que ésta se evapora en las zonas más calurosas, fueron los motivos que llevaron al pueblo árabe a darle tanta importancia, a convertirla en protagonista y musa de sus diseños. El lugar más elevado, la cumbre, se reserva precisamente a este nivel. El agua corriendo, serpenteando o derramándose a través de cascadas, canalones y fuentes es uno de los motivos que nos encontramos con más frecuencia.

En nuestro caso, ideas como éstas pueden exigir una tarea de diseño y de albañilería bastante ardua, pero el resultado merece mucho la pena: nos encontraremos con un jardín refrescante, un perfecto lugar de reposo en los días de calor más acuciante, y por supuesto un rincón que nos encantará enseñar a nuestros amigos.

Via blogjardineria.com

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