Frutales exóticos en tu jardín

Frutas como el kiwi, el caqui o el mango hace tiempo que dejaron de sorprender en las mesas españolas. Sin embargo, todavía es raro encontrarlas en huertos y jardines. Los frutales exóticos que mencionamos en este artículo viven bien en algunas regiones de España, tanto que el país exporta los frutos de algunos de ellos al mundo entero. Conocer de dónde provienen te ayudará a comprender sus requerimientos de temperatura y humedad y saber si se aclimatarán a la zona donde vives.

CAQUI (Diospyros kaki)

Este pequeño árbol caducifolio de origen chino tiene en la cuenca mediterránea su zona ideal de cultivo, aunque también en la vertiente cantábrica se puede plantar con éxito. Es capaz de soportar heladas de hasta -12º (zona 8). El caqui, aunque resiste la falta de agua, agradece el riego en verano, con lo que aumenta su producción de fruta.

Plántalo a pleno sol, sobre un terreno no calizo que drene bien y contenga abundante materia orgánica. En otoño, el follaje del caqui adquiere una bella coloración que va del rojo al naranja, antes de caer; en ese momento suele comenzar la recolección. Fíjate que el ejemplar que compres en tu centro de jardinería sea autofértil, como los de las variedades ‘Sharon’ (o ‘Triumph’) y ‘Hachiya’.

El fruto del caqui es conocido por su dulzor pero también por su astringencia. Esta aspereza en el paladar varía según los cultivares y se reduce cuanto más madura está la fruta. Los menos astringentes son ‘Sharon’ y ‘Fuyu’.

MANGO (Mangifera indica)

Nativo de la India oriental y Birmania, el mango encuentra en España un área de cultivo bastante reducida. Las heladas pueden matarlo fácilmente, de modo que solo puede vivir en las zonas 11-12, donde la temperatura no desciende por debajo de 5º. Por el contrario, es un árbol que soporta bien la sequía, que incluso le resulta beneficiosa a la hora de florecer. Por lo tanto, se pueden cultivar mangos en Canarias, donde es común encontrarlos, y en las zonas de microclima tropical de la costa mediterránea. La época de recolección en estas latitudes abarca de septiembre a diciembre.

En condiciones ideales, el mango se convierte en un árbol de gran porte (más de 20 metros), cuyo frondoso follaje perenne, formado por largas hojas rojizas cuando son nuevas y de color verde brillante después, aporta un gran valor ornamental al sitio donde se halla.

CHIRIMOYO (Annona cherimola)

Es originario de las zonas altas de Perú y Ecuador, una región climática no muy lluviosa y sin temperaturas extremas (-1 a 5º, zonas 10-11). Es un árbol pequeño y muy ramificado, de follaje caduco, aunque puede conservarlo en las áreas de inviernos muy suaves. No resiste las heladas y sufre con el exceso de humedad. En España se cultiva en las zonas más cálidas del Mediterráneo. En la costa de Málaga y Granada se hallan las mayores plantaciones comerciales de chirimoya, que convierten a España en el primer productor mundial de esta suculenta fruta.

El chirimoyo suele presentar problemas de polinización por ausencia de su polinizador natural, que es un escarabajo típico de su región de origen. Si no se fecundan todas las flores que luego formarán el fruto es posible que las chirimoyas luzcan un aspecto irregular. En las plantaciones comerciales se suele recurrir a la polinización manual. La época de recolección comienza en otoño.

NÍSPERO (Eriobotrya japonica)

De origen chino, aunque se lo llame níspero del Japón, lleva más de 100 años entre nosotros por su capacidad para adaptarse a la mayoría de los climas españoles; soporta incluso los suelos calizos y secos. De cultivo sencillo, resulta además muy decorativo gracias a su follaje denso, formado por grandes hojas coriáceas provistas de marcadas nervaduras, que mantienen el verde en el jardín durante todo el año. Alcanza los 5-6 metros de altura y crece rápidamente. Como árbol ornamental es posible verlo en prácticamente toda España porque puede resistir heladas moderadas (-12 a -7, zonas 8-9), aunque los climas que mejor le sientan son los asociados al Mediterráneo y el Cantábrico. También es posible verlo fructificando en amplias zonas de la meseta; sin embargo, las heladas tardías pueden malograr la producción. El níspero florece entre octubre y febrero y produce una de las frutas más tempranas: la cosecha va de abril a junio.

Via verdeesvida.es

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