La flor de loto ha gozado de un gran estatus en Oriente desde la antigüedad. Desde el antiguo Egipto, donde se creía que Ra, el dios sol, nacía en esa flor, hasta su carácter de ofrenda a los dioses de la India. Sea como sea, esta flor nos cautiva con su simpleza y elegancia.
Esta flor puede cultivarse tanto en un estanque como en un recipiente apropiado, el resultado será siempre vistoso. Sus flores se abren durante todo el verano ofreciendo su perfume, pueden ser simples o dobles. Se presentan en tonos variados que van desde el blanco inmaculado, pasando por los rosas, rojos, hasta los bicolores.
Las flores se abren al amanecer y permanecen abiertas hasta mitad de la tarde, por tres días. En el centro de la flor están las semillas, ubicadas en el receptáculo. El fruto es como una roseta de regadera.
A comienzos de la primavera, el loto despliega su follaje, primero las hojas flotantes y luego de un mes, los largos tallos ofrecen las primeras hojas aéreas. De color verde glauco y forma redondeada, pueden tener un diámetro entre 15 y 60 centímetros. Su aspecto lustroso se debe a la capa de cera protectora que impide que se mojen con el agua. Algunas especies tienen tallos de 20 centímetros, mientras que otras alcanzan los dos metros sobre el nivel del agua. El tallo (pecíolo) es rígido y está cubierto por espinas pequeñas.
El cultivo de la flor de loto:
El loto es adaptable a variados tamaños de recipiente, lo que permite ubicarlas tanto en el balcón como en el patio, el requisito es que tenga una forma redondeada o circular, pues sus rizomas son reptantes, requieren de superficies suaves para continuar su desarrollo, una esquina lo detendría.
Para las variedades enanas se emplean contenedores con diámetros inferiores a 60 centímetros, con cinco o diez centímetros de agua. Las especies medianas requieren diámetros entre 80 y 100 centímetros, y una altura de 8 a 15 centímetros de agua. Mientras que las especies grandes necesitan recipientes con diámetros superiores a 130 centímetros y una altura de agua de 8 a 15 centímetros. La planta puede cultivarse en aguas más profundas, hasta dos metros, pero lo hace a costillas de una menor floración y un aumento del follaje.
El trasplante es una operación delicada debido a la fragilidad del rizoma, el que debemos mantener siempre húmedo. Debemos darle un sustrato rico en nutrientes para compensar su crecimiento vigoroso. El trasplante debe realizarse cada tres o cuatro años y para ello emplearemos dos o tres tubérculos fuertes y gruesos.
Todas las variedades realizan un descanso invernal que les permite resistir las bajas temperaturas. Es el momento para realizar el trasplante. Durante la primavera, cuando la temperatura comienza a ascender, nacen las primeras hojas y la floración sigue hasta que termina el otoño.
Es aconsejable abonar mensualmente a partir del surgimiento de la primera hoja aérea y así hasta que llega el otoño. El recorte de los tallos de las flores viejas estimula la floración.
Fuente: blogdeflores.com
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