Si quieres que tu césped crezca sano, verde y bonito, deberás darle al riego la importancia que se merece. Es una acción sencilla de realizar, pero a veces dudamos en cuanto a la cantidad, la periodicidad y otros factores. El objetivo es humedecer el suelo a nivel radicular, sin saturarlo, para no provocar asfixia a las raíces.
Hay que tener en cuenta que el exceso de agua en el césped produce aumento de materia verde, incremento de enfermedades, raíces poco profundas, desaprovechamiento de recursos valiosos y, por supuesto, grandes facturas.
Frecuencia
La frecuencia de riego depende de muchos factores, como el lugar de residencia, y debe determinarse de acuerdo a la apariencia del mismo. Así, la necesidad de agua puede identificarse cuando el césped se vuelve de un color verde azulado y cuando las pisadas permanecen marcadas en él. Lo que no es recomendable es regar sistemáticamente, ya que un programa fijo de riego no contempla las necesidades del césped.
Hay que tener en cuenta que en un clima lluvioso se necesita menos riego que en uno seco. Además, si el césped está protegido del viento y del sol, también necesitará menos agua que si está descubierto. En cambio, si el suelo es arenoso, hay que regarlo más que si es arcilloso.
Cuándo regar
Especialmente en verano, no se debe regar en las horas centrales del día, que es cuando hace más calor, ya que se pierde más agua porque se evapora debido a la temperatura y el viento. Es preferible hacerlo a primera hora de la mañana, al atardecer o por la noche.
Cómo regar
A la hora de regar, es importante que el agua cale en la hierba para estimular el crecimiento de las raíces más profundas del césped. Los riegos superficiales frecuentes favorecen la germinación de malezas y malas hierbas y puede provocar que las raíces del césped crezcan poco profundas, haciendo que la planta sea más sensible a sufrir sequías y algunas enfermedades.
Via jardinplantas.com
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