Muchas personas saben interpretar la presencia de lombrices de tierra en un jardín como un indicador de la buena salud del suelo, debido a que estos animales ayudan a mejorar las cualidades físicas y químicas de la tierra de cultivo, tanto por las conocidas propiedades fertilizadoras de su excremento como por su capacidad de excavar túneles.
Como es sabido, el compost de las lombrices es muy rico en nutrientes que mejoran la capacidad del suelo para apoyar el crecimiento de las plantas y otras funciones. Por otra parte, y gracias a sus túneles, ayudan a remover el suelo, proporcionando más espacios para las raíces de las plantas, redistribuyendo la materia orgánica, y ayudando a que la tierra se oxigene y drene mejor.
Esto es conocido y aprovechado por muchos amantes de la jardinería, que suelen realizar aplicaciones de materia orgánica en el terreno para estimular la actividad de las lombrices, dado que aquella constituye su principal fuente de alimentación.
Una práctica usual, hasta hace poco, consistía en cultivar dicha materia orgánica mediante una técnica de labranza profunda, que consistía en colocar el alimento de las lombrices a más de 15 centímetros por debajo de la superficie. Sin embargo, nuevos estudios realizados en los EE.UU. han permitido desarrollar un método más eficiente para aprovechar el aporte de las lombrices.
Según la investigación, una vez que se encuentran con su alimento, estos animales recuerdan su ubicación y siguen regresando por más a través de túneles cuyo patrón varía de acuerdo con el lugar donde se encuentre la materia orgánica.
Las observaciones permitieron determinar que, cuando la materia ha sido enterrada en el suelo, los patrones de los túneles de las lombrices tienden a ser horizontales. Por el contrario, si la materia orgánica se deja muy cerca de la superficie del suelo, los túneles se trazarán en posición vertical debido a que las lombrices de tierra excavarán hacia arriba en busca de su fuente de alimento.
Al cavar túneles verticales, las lombrices no sólo permiten una mayor y mejor penetración del aire y el agua en las capas de suelo que los túneles horizontales, y también contribuyen a la eliminación de las toxinas químicas. Asimismo, el suelo de los agujeros creados por los túneles verticales puede albergar más microbios capaces de degradar pesticidas y fertilizantes.
Para conseguir estas ventajas, se recomienda que en otoño disponer la materia orgánica a muy poca profundidad, dejando sobre ella una capa de tierra de sólo 7 centímetros de espesor en la superficie, para que las lombrices realicen su trabajo durante el invierno.
Via .flordeplanta.com.ar
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