Tener un estanque en el jardín es un sueño para muchos, pero a veces ese sueño se frena cuando caemos en la cuenta de que hay que mantenerlo. Y es que no basta con que sea estéticamente armonioso; también tendremos que seguir unas pautas para garantizar su higiene.
Lo más sencillo para mantener limpio un estanque que hayamos construido nosotros en el jardín es comprar una bomba adecuada, de la misma manera que hacemos cuando hablamos de una piscina, por ejemplo. Las hay sumergibles y otras que tendremos que acoplar fuera del estanque, por lo que será un tema muy a tener en cuenta de forma previa. El tamaño de nuestro estanque y su diseño influirán decisivamente en el modelo que escojamos.
Si el estanque es natural, habrá muchas más posibilidades de que se nos llene de algas. En estos casos, una práctica muy adecuada y sencilla puede ser la de plantar nenúfares, que se encargarán de absorber los nutrientes y reducir la aparición de algas. Lo mismo sucede con algunos peces y carroñeros, aunque en este caso es recomendable medir bien qué clase de animales vamos a introducir; no debemos propiciar una escabechina entre ellos. Ambas soluciones son preferibles a recurrir a los alguicidas químicos, aunque podemos tener en consideración esta opción, en última instancia, si el problema es severo.
La cascada, más que una simple decoración
Uno de los problemas más habituales de un estanque de jardín es que el agua huela mal o se quede estancada, por mucho que nos esforcemos por evitarlo. El motivo a veces es tan sencillo como que no hay movimiento suficiente, el agua no se renueva y por tanto se acaba convirtiendo en un lugar propicio para los insectos, donde la materia orgánica se acumula. Así que colocar una cascada no sólo servirá para dar un encantador toque a nuestro estanque (y crear de paso un relajante rincón en nuestro jardín gracias al rumor del agua), sino también para facilitar ese movimiento del agua tan necesario para su higiene.
Via blogjardineria.com
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