En todas las religiones la idea del paraíso va ligada a la existencia de jardín, tanto el Edén de la religión judaica como el Paraíso cristiano, o el que nos describe el Corán, o el que explican las leyendas búdicas.
Cuentan de ríos y árboles, de flores y frutos. En la mente de cualquier hombre, jardín, flores, follaje, frutos, rocas y agua, van unidos a la idea inconsciente y colectiva de la felicidad material y del goce espiritual.
El hombre ha sabido desde siempre la importancia que el mundo vegetal tiene en su vida y no ha sido necesario que la ciencia lo explicara para saber en que medida dependía de él.
Desde poder respirar hasta la alimentación, desde el adorno hasta la medicina, siempre las plantas están vinculadas fuertemente a nosotros y sin ellas no podríamos creer que pudiera existir la vida sobre nuestro planeta.
Este sentido de vinculación con el mundo botánico se percibe hoy más que nunca cuando la contaminación y los avances de la civilización amenazan con destruir las preciosas reservas vegetales de la tierra. Ante esta posible catástrofe, la reacción instintiva y reflexiva del hombre ha sido creer que nuestro futuro está directamente ligado con el mundo vegetal que nos rodea.
“Jardinero, tu jardín es como una noche feliz de vivos sueños -no sé si larga o corta-, cuyo amanecer le dejará al alma todavía, en los ojos del cuerpo, la realidad alegre de las estrellas.”
Juan Ramón Jiménez.
Via blogjardineria.com
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