¿Son todas ventajas? ¿Hay pros y contras como en todos los casos? Desde luego que sí, por lo que te invito a considerar una serie de variables que ayuden a tomar una decisión. La cuestión no sólo puede limitarse a un simple “césped artificial vs. césped natural“
Sí, podemos tomarlo como base, pero en la balanza hay que poner otras variables que te comentaré al final del post para construir tu decisión final. algo sí puedo adelantarte desde ya: hasta hace relativamente poco tiempo no contábamos en el mercado con un césped artificial realmente bueno, tanto en calidad como en la relación precio beneficio y en ese sentido la diferencia con el natural era simplemente abismal.
Pero la buena noticia es que la situación ha cambiado y el césped artificial ha mejorado muchísimo, por lo que pasa a convertirse en una alternativa más que válida para tu jardín.
Comienzo por la estética: es sencillamente perfecto: su verdor se mantiene siempre intacto y, como lógicamente no necesitas regarlo ni cortarlo. Ese sólo hecho, representa un gran punto a su favor especialmente si lo medimos en términos de economía de tanto de agua, como de abono y fundamentalmente tiempos y energía de trabajo.
Olvídate de valorar si lo has instalado en zonas de sol o sombra, y de los problemas que representan los enemigos naturales, tales como hongos y gusanos.
Es verdad, un punto en contra es que el césped natural se disfruta con los cinco sentidos donde incluyo el delicioso aroma que despide al cortarlo. Pero créeme que el artificial no le va en zaga, ya que el tacto y la vista se sienten muy complacidos en su presencia.
Como te prometí al principio, te invito a sumar tus componentes personales para elegir: tu edad, tu disponibilidad de tiempos para el cuidado, tu disponibilidad económica y la duración de la inversión inicial.
Fuente: blogjardineria.com
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