En primavera, las plantas deben recibir el riego y los nutrientes adecuados, además de protegerlas de las plagas
La primavera es un momento muy especial para las plantas. Es la estación
en la cual la mayoría de las especies salen del estado de latencia y
alcanzan su esplendor en cuanto a belleza y plenitud. Pero eso no quiere
decir que se deban dejar a su suerte: conviene tener presentes una
serie de cuidados en relación con el riego, los abonos, el trasplante y
las plagas, para que no haya sorpresas y cada ejemplar disfrute de la
parte del año que mejor le sienta.
Regar las plantas en primavera
Por lo general, algunas plantas cultivadas en macetas permanecen en el
interior de la casa durante el invierno y se sacan a la terraza o al
balcón cuando llegan las temperaturas más cálidas. En estos casos, es
fundamental una fase de adaptación a las nuevas condiciones: al
principio, hay que dejarlas poco tiempo en el exterior, un máximo de dos
horas, en un lugar protegido de las corrientes de aire intensas, de la
lluvia y de los rayos del sol. Con el paso de los días, se debe aumentar
el número de horas.
Uno de los aspectos más importantes es el riego. El mayor número de
horas diarias de luz natural, el ascenso de la temperatura, la
producción de más elementos nutritivos y el desarrollo de nuevos brotes
son factores que incrementan la necesidad de agua de las plantas. No
obstante, el aumento de la cantidad de agua debe ser paulatino, ya que
el exceso puede afectarlas de manera negativa, sobre todo, ante el
riesgo de bajas temperaturas.
Lo idóneo para casi todas las especies es dejar que el sustrato se seque
antes de volver a regar. En los jardines, el sistema de riego más
conveniente es el de aspersión, que posibilita que el agua se introduzca
poco a poco en el suelo y le da un carácter más esponjoso. Para plantas
de interiores, se recomienda, además de regar el sustrato, rociar
tallos, hojas (en particular, su parte inferior) y flores, para que
reciban el agua de modo directo.
Cuidar las plantas de las plagas en primavera
El aumento de las temperaturas también promueve las plagas y
enfermedades entre las plantas. Conviene prestar atención desde el
inicio mismo de la estación, para evitar una invasión descontrolada de
pulgones, cochinillas, gusanos de la tierra, ácaros, moscas blancas,
caracoles, babosas u otras plagas que pueden hacer mucho daño.
Hay que vigilar de cerca y con frecuencia las yemas, los nuevos brotes y
los capullos de todas las plantas. Según el tamaño de la infección, se
podrá actuar con un poco de algodón empapado en alcohol, quitar los
parásitos con una pinza o con la mano o bien hará falta aplicar un
plaguicida específico.
Si las plantas afectadas están en macetas, en cuanto se detecta un
problema, lo mejor es aislarlas del resto para evitar contagios. En caso
de que estén en el jardín, para tal fin habrá que pulverizar todo el
ejemplar con agua jabonosa.
Junto con el peligro de las plagas figura el de las malas hierbas, que
además de afear el aspecto del conjunto consumen muchos nutrientes y,
con el tiempo, afectan a la salud de las plantas. Se recomienda quitar
la maleza de forma exhaustiva, es decir, desde la raíz, para evitar que
brote de nuevo. También hay que mantener corto el césped en el jardín,
lo cual reduce la expansión de estas especies. Es un trabajo que puede
resultar duro y algo cansado, pero el jardín lo agradece.
Trasplantar y abonar las plantas en primavera
Para la mayoría de las especies, la primavera es el momento adecuado
para realizar trasplantes. Pero en este sentido también hay que tomar
ciertas precauciones. La más importante: la planta debe haber dejado de
manera definitiva el periodo de dormancia, es decir, la fase invernal
durante la cual se suspenden el crecimiento y el desarrollo de la
actividad física. Si se efectúa el trasplante cuando aún está en tal
estado, el estrés causado puede afectarla y provocar graves
consecuencias.
Después del trasplante, en general, deben dejar pasar entre seis y ocho
semanas antes de abonar las plantas, ya que durante ese período le
resultarán suficientes los nutrientes del nuevo sustrato.
Tanto si el ejemplar se ha trasplantado como si no, en primavera
conviene incorporar abonos naturales en la tierra, los cuales -al igual
que el riego- también son más necesarios en esta temporada debido a la
mayor actividad. Como parte del proceso natural de reactivación, se debe
comenzar con cantidades bajas: la mitad o la tercera parte de las
cantidades indicadas en el recipiente del abono (en caso de ser un
producto comprado en un comercio). Con el paso de los días y el avance
de la estación, se incrementan las cantidades hasta llegar a lo
recomendado por el envase o por los especialistas.
Fuente: consumer.
El cuidado de las plantas en primavera
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