La cría de lombrices y la producción de su compost puede hacerse utilizando un simple cajón de madera (como el que se utiliza para transportar frutas), en cuya base se coloca una capa de nylon perforado para salida del agua. Dicho cajón se coloca elevado unos 20 o 30 centímetros del suelo utilizando ladrillos, ladrillones o tacos de madera.
Posteriormente se debe proceder a llenar la mitad del contenedor con material orgánico que servirá de alimento para las lombrices, y que puede estar conformado por virutas de madera, cáscaras de frutas o de huevos (en este último caso, bien trituradas para facilitar su ingesta), restos de té o mate, hojas secas y verdes, papel no impreso o cartón remojado previamente. Es recomendable evitar el agregado de restos de animales (carne, huesos, piel o grasas), aunque sí se puede recurrir al estiércol de herbívoros (vacas, conejos, caballos) .
Cabe aclarar que todo ese material orgánico debe someterse previamente a su fermentación, que consiste en colocarlos en un recipiente y esperar el tiempo necesario para el proceso (por lo general, una semana), removiéndolo con frecuencia para que se airee, para evitar la producción de malos olores. Las hojas y pastos secos no requieren ser fermentados.
Una vez que se cuente con el material orgánico fermentado, se lo vuelca en el cajón hasta llenar la mitad, como se dijo previamente. Todo el contenido se humedece bien antes de colocar las lombrices.
En cuanto a estos animales, se pueden adquirir directamente en tiendas del ramo, criaderos e incluso por Internet. Para la producción de abono, sólo se requerirá de un puñado de lombrices rojas californianas (Eisenia Foetida), famosa por su voracidad y alta productividad, y por ser muy prolífica (una vez que ha llegado a la madurez sexual, puede depositar una cápsula con entre dos o 20 embriones cada siete días).
Una vez que las lombrices son depositadas sobre el material orgánico que les servirá de alimento, se las debe cubrir con una delgada capa del mismo. A continuación se debe colocar una cubierta protectora sobre el criadero (una media sombra sería adecuada), con el fin de evitar que el sol penetre y que otros animales se coman las lombrices. Si el criadero se ubica en una zona descubierta, se aconseja taparlo con una chapa o madera para evitar que se inunde por las lluvias, pero cuidando siempre que no se obstruya la ventilación.
Esa cama de desechos orgánicos debe mantenerse siempre húmeda, regándola cada vez que se agregue alimento (una vez por semana), pero teniendo cuidado de no ahogar a las lombrices. Un buen método para verificar si el material se encuentra lo suficientemente húmedo es tomar un puñado y apretarlo fuertemente con la mano. Se está en un punto justo si no chorrea y si quedan algunos restos de tierra en la mano.
La temperatura ideal para que las habitantes de este criadero/compostador puedan desarrollar su actividad con normalidad debe rondar entre los 15 y 21 grados centígrados.
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A los tres meses ya se puede extraer el humus. Para ello, se debe tirar comida en la superficie y esperar que las lombrices suban a alimentarse. Cuando esto se produzca, se debe retirar un tercio de la parte superior del contenido del cajón, mientras que el resto se pasa por una zaranda de media malla para separar el humus. Se calcula que con un grupo de lombrices en un cajón de frutas se puede obtener cerca de 10 kilogramos de abono.
Via flordeplanta.com.ar
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